Restaurantes en Madrid

¡Habemus crónica! El Cochinete de Cucharete… La Gran Cochinada… La Bacanal Cochinil… La Orgía Cochinesca… Queridos lectores… da igual el nombre con el que los medios definan al evento cucharetero del 27 de Octubre de 2009… porque cualquier intento de plasmar en dos o tres palabras lo que sucedió desde las 20:30h hasta las 2:00h en El Pedrusco de Aldealcorvo es tarea sumamente complicada incluso para profesionales. Nosotros apostamos por… ¡CENA TITÁNICA! ¿Por qué? Kilos y kilos de jamón ibérico de bellota de Jabugo, kilos y kilos de cochinillo, kilos y kilos conguitos, espectaculares aperitivos, sabrosísimos entrantes, deliciosos postres personalizados, y lo mejor de todo… ¡Kilos y kilos de cochinillos que sobraron! Una cena de la máxima calidad y en titánica abundancia… ¡Impresionante!

Un evento irrepetible que fue posible GRACIAS a la profesionalidad del restaurante El Pedrusco de Aldealcorvo, GRACIAS a la creatividad de los bloggers, GRACIAS a la puntualidad de los comensales, GRACIAS a la sorpresa de TVE, gracias al delicioso Vega Privanza Vendimia Seleccionada Crianza 2005, GRACIAS a la extrema calidad de los cochinillos, GRACIAS a un servicio intachable, GRACIAS a una compañía ejemplar… ¡GRACIAS a TODOS!

Una crónica como la del Cochinete de Cucharete hay que empezarla con fundamento, por el principio, paso a paso y sin dejar nada al azar, porque lo que allí ocurrió, lo que allí se comió, lo que allí se disfrutó… ¡Sólo lo saben los que asistieron!, e intentar transmitirlo con fotos… Creednos, ¡es realmente imposible! Así a todo… ¡lo intentaremos!

Todo empezó aquí, en el Restaurante El Pedrusco de Aldealcorvo -un restaurante de 5 cucharetes ejemplar-, y por si aún queda algún despistado ante la pantalla… he aquí su placa, donde se deja bien claro que en El Pedrusco disponen de un horno de leña que la noche del 27 de Octubre no paró de ofrecer sus bondades. ¡Cómo cumplió “el viejo”!

Alrededor de las 10 de la mañana llegaron dormiditos los cochinillos. Procedían de Arévalo, no podían ser de otro lugar, lo mejor de lo mejor. Y durante unas horas se les permitió disfrutar de su sueño eterno. Porque en El Pedrusco de Aldealcorvo, los blancos y tiernos cochinillos son mimados hasta el extremo. Viene a ser como el peculiar “tratamiento” que recibe el buey de Kobe, pero aplicado a los cochinillos. Por favor, mirad al angelico… Da gusto verlo. ¡El pobre mío no sabía lo que le esperaba!

El comedor principal se vistió de gala para tan magno evento. No podía ser de otro modo, el Cochinete de Cucharete sólo se celebra una vez en la vida, y por eso, todo estaba listo a la espera de que un evento tan singular sorprendiera a los asistentes.

Los comensales se distribuyeron en cuatro mesas, pero… ¡qué cuatro mesas, señores! Como gesto de solidarización con los cochinillos sacrificados, cada una recibió una identificación muy particular. A continuación os mostramos la Mesa Puerca, para 16 cochinetes, digo… ¡comensales!, presidida por el fantástico cartel del evento diseñado por Juanjo Moreno.

El Cochinete de Cucharete transcurrió en este fantástico comedor, que es como una especie de museo en pleno centro de Madrid. De sus paredes cuelgan auténticas obras de arte como grabados de Dalí o reproducciones de Monet. Y en sus repisas descansan todo tipo de objetos variopintos: prensas antiquísimas, campanas del siglo XVI, bustos de piedra…

En este coqueto espejo se vieron reflejados prácticamente todos y cada uno de los momentos vividos en el Cochinete. Es una pena que sólo tenga memoria histórica… Bueno, una pena o una suerte, porque la verdad es que fue una cena de excesos en “casi” todos los sentidos.

Y… ¿qué me decís de este techo de artesanado de madera?, o de su espectacular lámpara… ¡Madre mía! Si hablaran, ¡cuántas joyitas saldrían! Por suerte, se limitaron a observarnos y a ofrecernos un entorno rústico y su cálida luz para acompañarnos en la “cochina velada”.

La Plaza de Sepúlveda, o mejor dicho, su reproducción, fue la que presidió la Mesa Cochina. El cuadro se pintó dentro del restaurante -dadas sus dimensiones- y damos fe de que a sus pies han pasado muchos, pero que muchos cochinos, claro que… con esas vistas, tampoco me extraña.

Precioso, de verdad, el comedor estaba precioso, estaba todo preparado como para una boda, sólo que se sustituyeron los invitados por blogueros, y los novios… ¡por cochinillos!, y por si esto no fuera suficiente, los cochinillos se los comieron. ¡Dios mío! ¡Una boda en la que se comieron a los novios!

Mesa Gorrina, Mesa Cochina, Mesa Marrana y Mesa Puerca. Éstas fueron las mesas del Cochinete de Cucharete. En ellas se comió cochinillo, se repitió, se volvió a repetir… Y así, hasta que cada una de ellas cayó rendida ante la evidencia de que efectivamente había… ¡cochinillos a reventar!

Claro que… tanto cochinillo, había que regarlo y no con agua precisamente, sino con un excelente vino de la D.O Ribera del Duero: un Vega Privanza Crianza 2005 Vendimia Seleccionada. Lo pusimos en las mesas para las fotos, porque nada más terminar, fueron llevadas a la fantástica cava del restaurante donde el vino se mantuvo en todo momento a 16º, la temperatura idónea antes de beberlo. El personal de El Pedrusco de Aldealcorvo cuidó hasta el último detalle.

Las mesas se vistieron elegantemente con caminos y servilletas a juego, sobre las que reposaba el Cartel Oficial del evento a modo de pergamino, y que escondía en su reverso a los posts ganadores de cada una de las plazas.

¿Os acordáis del cochinillo dormidito, feliz y sin malicia ninguna? Pues, por la tarde, esa imagen pasó de idílica a… ¡matanza! Y sino miradlos una vez cortados y limpios. ¡Qué blanquitos! ¡Madre mía! ¡Parece increíble que pasaran del blanco nieve al bronceado horno en tan sólo dos horas!

De la cámara pasaron a una cama manos “mullidita”, pero más efectiva a la hora de entrar al horno. En el comedor de abajo del restaurante se apilaban todas las fuentes de barro donde finalmente fueron devorados los tiernos cochinillos.

Nos hemos propuesto que veáis todo el proceso en el asado de nuestros cochinillos, por eso os mostramos esta imagen. En ella aparece el obrador del milagro: ¡el horno!, en el que de momento, únicamente el asador había introducido la leña para prender el fuego. Pero este horno no es un horno convencional, no señores… Es de adobe y baldosas, como mandan los cánones y tiene nada más y nada menos que 300 años de antigüedad. Sin duda, ésta es la nota diferencial del Restaurante El Pedrusco de Aldearcorvo frente a otros asadores, un horno transportado ladrillo a ladrillo desde Sepúlveda hace docenas de años… ¡Un trocito de Segovia en pleno centro de Madrid! ¡Menudo lujazo!

También en este comedor se montó el Bodegón Oficial del Cochinete. Albergaba las 40 botellas que regalaríamos a los blogueros asistentes al final del evento. Cuarenta botellas de un vino muy, pero que muy especial, nada más y nada menos que Vega Privanza Crianza 2005 Vendimia Seleccionada. Un vino tinto de la D.O Ribera del Duero poco conocido, pero que sin duda dará mucho que hablar.

Es un tinto con estructura, perteneciente a una añada -la del 2005- calificada por el Consejo Regulador de las Denominaciones de Origen como “Muy Buena”. En el mercado encontramos una tirada limitada, pero aún así cada uno de los blogueros se llevó una botella de este vino color cereza intenso con carácter y personalidad.

Hemos dicho que había 40 botellas en el bodegón, pero no es cierto. En realidad había 42, esas dos botellas de más eran las que se llevó Juanjo Moreno, el diseñador del Cartel Oficial del Cochinete. Eran nada más y nada menos que Vega Privanza Vendimia Seleccionada 2006, por supuesto, también de la D.O Ribera del Duero. Un tinto de autor 100% tempranillo envejecido en barricas borgoñesas durante 12 meses y del que existen en el mercado solamente 5.515 botellas.

Aquí os dejamos un último primer plano del vino que regó el Cochinete de Cuchate, para que no os olvidéis de su nombre: Vega Privanza Crianza 2005 Vendimia Seleccionada. Damos fe de que marida a la perfección con el cochinillo. El cáliz que veis en la imagen es sacado direntamente de las vitrinas de El Pedrusco de Aldealcorvo… ¡Cuanta historia encierran sus paredes!

Los asistentes de prensa tampoco se fueron con hambre. Para ellos también habilitamos una zona y, por supuesto, degustaron unas riquísimas empanadas acompañadas por un mejor vino: de carne, de chorizo, de atún y de jamón y queso, y el vino… ¡Ya le conocéis! Allí vivieron el Cochinete varias emisoras de radio y el equipo de Cámara abierta de TVE que cubrió magistralmente el evento.

Y atención que ahora viene un vídeo… ¡de los IMPRESCINDIBLES! Antonio -experto asador de cochinillos- nos explica la diferencia entre cochinillas y cochinillos y cómo los trabaja El Pedrusco de Aldealcorvo para que su degustación posterior sea óptima. Titularemos el vídeo de manera graciosa como: “¡Eliminemos el sabor a macho!”

A las 18:00h, se encendió el gran protagonista de la noche junto al cochinillo: el horno de leña “tricentenario”. Se comenzó con leña de pino y se mantuvo durante horas con leña de encina. La verdad es que te puedes quedar embelesado observando las llamas durante horas. ¡Cuidado los que mojéis las sábanas! ¡Aviso!

La siguiente foto tiene título también: “Víctimas y verdugo”, no se nos ha ocurrido otro mejor. Es directamente la entrada al matadero porcino. Una hilera de cochinillos a la espera de su San Martín.

En su espera, los pobrecillos estaban desolados, espatarrados de impotencia ante su inminente final. El calor que emanaba el horno no les hacía presagiar en absoluto un final feliz. En cambio… ¡a nosotros sí!

Pero lo mejor es vivir la experiencia en vivo y en directo… y para eso os hemos capturado un trocito de ese momento único… ¡Disfrutadlo!

Mientras en la planta de abajo se olía la tragedia, en la cocina el ritmo era frenético y los ingredientes de los distintos platos se organizaban y se disponían para ir realizando el montaje final de los primeros platos.

Gonzalo puso todo su esmero en pintar cada uno de los 40 platos en los que minutos después reposarían unas deliciosas ensaladas. Una muestra clara de que una cocina tradicional castellana, no está reñida con una vistosa presentación.

Por su parte, Sagrario no descansaba ni un momento de cortar lechugas, tomates y cebollas. Ingredientes que formaban parte de la ensalada típica que debe ir acompañando siempre a un buen cochinillo asado, para aportar una frescura en boca que prepare el paladar para la entrada de la suave y tierna carne.

Los chupitos de salmorejo también estaban preparados, sólo faltaba prepararlos para el toque final. ¡Y vaya toque final! ¡Ya veréis más adelante el cambiazo que pegaron antes de salir a la mesa!

Y en tanto, los minutos pasaban y las Ensaladas frías de Pimientos Asados iban tomando forma, floreciendo, nunca mejor dicho, pues la nota de color de cada una de ellas la ponían las bonitas flores frescas que acompañaban cada plato. ¡Todos diferentes!

Sin prisa, pero sin pausa, todo iba al ritmo que el personal del Restaurante El Pedrusco de Aldealcorvo había marcado para el evento, e incluso Gonzalo, su Chef, tuvo tiempo de atender a varios blogueros que querían captar sus impresiones de primera mano para publicarlas posteriormente en sus medios.

A las 20:00h llegó un cochazo a la puerta del restaurante. En su interior venía el equipo de Camara Abierta de TVE -que descargó unas enormes bolsas de “equipaje”- comandado por Nuria Verde.

La verdad es que no vinieron con el equipo básico, se pusieron a descargar y… ¡casi ocuparon medio comedor! ¡Dios mío! ¡Qué despliegue de medios!

Cámara Abierta 2.0, es un espacio innovador y pionero en televisión, donde muestran la actualidad virtual y todo aquello que se mueve por la Red. Lleva poco más de 2 años en antena y es, a día de hoy, un referente del mundo online llevado a la televisión.

Nosotros conocimos a parte del equipo en el Sabadete de Cucharete, pero con Nuria no habíamos tenido el gusto de coincidir hasta el Cochinete. ¡Y aquí está!, viendo si el plano es el esperado.

Como somos un blog modesto, no teníamos doble de luces, de modo que Rayo ejerció de “doble de luces”, de entrevistado y de anfitrión. Vamos… un tres en uno en toda regla. ¡Se lo pasó pipa!

Y este es “Wall-e”, o mejor dicho, lo que Rayo veía mientras le entrevistaban. Si es que os lo ensañamos todo. Por delante, por detrás, de lado… Lo que está claro… es que cuando le hablas a un “ojo” tan grande… ¡impone respeto!

Como la noche iba de cerdos, no sólo quisimos comer los chiquitillos sino que también se degustaron los grandes, pero esta vez en forma jamón. ¡Y qué jamón! ¡Nada más y nada menos que Jamón Ibérico de Bellota “Sierra Mayor de Jabugo 10 Vetas”! -con la garantía del Consorcio de Jabugo-. ¡Madre mía! ¡Cómo estaba de bueno! Y creo que 40 comensales ¡pueden dar fe!

En un principio se cortaron 20 platos, pero como gustó… ¡Nos ha fastidiado! ¡A quién puede no gustarle! Hubo que cortar otros 20 platos más (ya sabéis como son los eventos de Cucharete). Al final salieron -de media, porque alguno se tomó dos- a plato por persona. ¡Espectacular! ¡Que estramos hablando de jamones que superan los 300 €/pieza!

Pero como una imagen vale más que mil palabras, y un primer plano de jamón ibérico de bellota más que mil vídeos… Ahí os lo dejo en primera persona. ¡Qué hambre!

Los cochinillos vieron que la cosa iba en serio cuando Antonio decidió que era el momento de prepararlos para meterlos en el horno. Agua y sal, no hay más. Éstos son los únicos ingredientes para asar un cochinillo al estilo segoviano. Bueno, eso y tener un horno de leña como el que tienen en el Restaurante El Pedrusco de Aldealcorvo y una persona como Antonio que conoce a la perfección los tiempos que un cochinillo necesita para asarse. Porque la receta, lo que tiene de sencilla lo tiene de delicada. Vamos… ¡que un cochinillo no lo asa cualquiera!

Sal por arriba, sal por abajo… Suponemos que los condenados estarían ya con sus últimas oraciones de misericordia mientras el horno iba haciendo ascuas.

El momento había llegado, el horno que llevaba ya varias horas encendido, tenía la temperatura idónea para albergar en su interior a los protagonistas del Cochinete de Cucharete: los cochinillos.

La blancura inicial de los “animalicos” fue desapareciendo despacio, muy despacio. No había prisa, todo estaba planificado para que se asara como mandan los cánones del asado segoviano.

También las ricas hogazas de pan hicieron un viajecito a la planta baja y esperaron su turno junto al horno hasta que finalmente les dieron un último tueste. ¡Impresionante el pan!

Con puntualidad británica, tal y como se les pidió, acudieron los bloggers al Restaurante El Pedrusco de Aldealcorvo a las 20:30h. Se les veía sonrientes, contentos, ¡pero también hambrientos! De hecho, algunos ya habían avisado vía twitter de su ayuno antes del esperado Cochinete.

El Pedrusco de Aldealcorvo abrió sus puertas -y mientras hacíamos tiempo para que llegaran todos los asistentes- los primeros fueron tomando unos ricos aperitivos y unas cañitas en la zona de barra. Básicamente se trataba de ir poniendo a tono los estómagos antes de entrar de lleno en materia.

Para esta ocasión el fotocall evolucionó… ¡y no veas de qué manera! Juanjo, el ganador del Cartel Oficial nos hizo el grandísimo favor de currarse este cartel tan chulo, donde todos los asistentes iban poniendo sus caras y sintiéndose un poquillo cerdos, aunque sólo fuera por unos breves instantes. En realidad, este afiche era un acto de solidaridad para con los cochinillos que ya estaban asados en el horno.

Y aquí van algunos de los blogo-cochinetes que pasaron por cámara. Los hay con y sin gafas, con y sin barba, los hay macho y también hembras…

Antes de entrar al comedor donde se celebró el Cochinete, los asistentes tuvieron que asegurarse de cuál era su mesa: la Puerca, la Gorrina, la Cochina o la Marrana. La ventaja en esta ocasión, es que en todas se sirvió absolutamente lo mismo: cochinillo asado al estilo segoviano hasta que el cuerpo dijo: ¡basta!

Mientras los bloggers iban ocupando asiento, Antonio iba rotando los cochinillos para que todos fueran asándose por igual. ¡No paraba! Éste al fondo, el del fondo para el centro, el de éste lado para el otro…

El objetivo de la cámara de TVE también era curioso. A puntito estuvo de socarrarse en el intento de sacar un primerísimo plano de los cochinillos asándose en el horno.

El Vega Privanza fue decantándose convenientemente, aunque todo hay que decirlo, duraba poco en el decantador. Gustó el vino… ¡ya lo creo que gustó!, ¡cayeron 45 botellas! ¡Ahí es nada! ¡Cuarenta y cinco botellas de vino para cuarenta comensales! No había que conducir, ¿eh?

De la tranquilidad y sosiego -que apenas unos minutos antes se respiraba en el comedor- se pasó a un trajín incesante, camareros sirviendo vino, cámaras por allí y por acá, un murmullo general… y alguno que otro que se ponía en pose para la ¡foto histórica!.

Aunque todos los blogueros ya estaban sentados, de pie quedaron unos cuantos, aquellos que estaban trabajando… como las cámaras de TVE y las de Agora News, que tampoco se perdieron la Gran Cochinada.

Vamos con el primer brindis de la noche, en concreto con el de la Mesa Marrana. Por cierto, los dos que aparecen en primer plano dejaron el listón licitano altísimo, de hecho, creemos que es dificilísimo superar sus marcas personales en lo que a “engullimiento” se refiere. Claro que, también hay que decir que se hicieron más de 400 Km para asistir al Cochinete de Cucharete.

El brindis de la Mesa Gorrina también estuvo de lo más animado. Ahí, todavía estaban en primera toma de contacto los unos con los otros. Dos copitas de vino después… ¡parecían amigos de toda la vida! Si es lo que siempre decimos: ¡El vino une!

La Mesa Cochina no nos hizo mucho caso, aún no estaban muy ubicados. Al fondo de la mesa ya habían entrado en faena, pero de la mitad hacia delante aún había actitudes dispares.

Los componentes de la Mesa Puerca estaban súper sincronizados, todos estaban ya metidos de lleno en materia. ¡Si es que se les ve dispuestos a dar lo mejor de sí mismos! ¡Cómo bajaba el vino! ¡Madre mía! Recordad… ¡45 botellas para 40 personas!

Mientras en la cocina funcionaban a un ritmo frenético para sacar a sala las primeras viandas, los medios, cámara en mano, empezaron a entrevistar a los asistentes como podéis apreciar en la siguiente imagen donde aparece Pablo López, redactor de Agora News.

Por otro lado iban los chicos de Cámara Abierta, intentando sacar lo mejor de cada uno de los entrevistados. Seguro que con Paloma Abad no lo tuvieron difícil.

Tampoco escaparon de las cámaras de TVE Manu y Pipiloka.

Y claro, otro testimonio que no podía faltar es el de Rubén Franco de Muestras Gratis, aunque imaginamos que en este caso en lugar de muestras hablaría de cochinillos. ¡Sabemos que entrevistaron a mucha más gente! Pues Rayo iba indicando a los cámaras que no se olvidasen de sacar a nadie… ¡Todos se lo merecían! ¡Unos segundillos de gloria en el share para todos los cochinos que allí estábamos!

Los salmorejos estaban perfectamente organizados y alineados, como si de un ejército se tratara. Las cornetas avisaron de la salida al campo de batalla y el batallón enemigo salivaba.

La llegada de los salmorejos a la mesa fue refrescante, sabrosa y florida. No nos negaréis que el aperitivo estaba mono, mono. ¡Pues imaginaos cómo estaba de rico!

Ése fue el único cochinillo que salió vivo del Cochinete, y tampoco pudo evitar salir a darle un sorbito al salmorejo, tal vez pretendiera hacerle una foto. ¡Se convirtió en la mascota del Cochinete! ¡Recorrió todos sus platos! Una genial idea de Mi sombrita y compañía -fijaos cómo se lo pasa pipa en su blog-.

A continuación empezaron a salir los platos de jamón ibérico de bellota. Primero salieron veinte platos y conforme iban desapareciendo se fueron reponiendo. Al final cayeron ¡40 platos!, o lo que es lo mismo, uno por persona. La verdad es que estaba riquísimo. ¡Cómo le daba al jamoncito del bueno la gente! ¡Como se nota que no se toma todos los días jamoncito de 300 € la pieza! ¿Eh?

Los asistentes se sintieron enseguida como en casa y empezaron a hacer sus excursiones de visita al horno para ver cómo evolucionaban los animalillos. Eso sí, no se les permitía hacer fotos con flash para no dar un exceso de calor al horno.

El cochinillo asado al estilo segoviano iba viento en popa. En la siguiente imagen podéis apreciar el grado de tostadito que ya tenía. Le quedaban aproximadamente unos 30 minutos para mostrarse en todo su esplendor… ¡y otros 5 más para ser devorados!

Pero mientras pasaban esos 30 minutillos de nada, los asistentes disfrutaron de esta deconstrucción de las tradicionales patatas revolconas. Estaban deliciosas, mismo sabor que las originales, distinta textura y resultado sobresaliente. Gustaron muchísimo estas singulares patatas revolconas que elabora Gonzalo en El Pedrusco de Aldealcorvo.

¿Os acordáis de la fila de platos que os enseñábamos 15 fotos atrás? Pues al final, aquella fila se convirtió en la que os mostramos a continuación. Nada más y nada menos que 40 sabrosísimas Ensaladas frías de Pimientos Asados. ¡Cuánto colorido!

En un primer plano, la Ensalada fría de Pimientos Asados nos permite ver todos sus ingredientes: Pimientitos asados en horno de leña, atún escabechado y anchoa del Cantábrico rellena de salsa vizcaína. Se aderezaba con una reducción de vinagre balsámico y se decoraba con un musgo de lombarda, chips de espinacas, un poquito de polvo de tomate y unos filamentos de puerro. Uhmmmm… ¡Deliciosa!

Como podéis observar, todos disfrutaban de su ensalada como mandan los cánones…

…Todos, menos este licitano, que hay que reconocer que más que boca parece tener ¡un buzón aspirador! El vídeo se corta a los pocos segundos del “acto”, pero os podemos asegurar que se tiró un buen rato hasta que la ensalada cruzó la garganta. ¡La madre que lo parió!

Antonio, que vio que los cochinillos estaban en su punto, voceó desde la planta de abajo: “¡Chicos!, los cochinillos están listos para partir” y…

Rápidamente se montó un gran revuelo de gente corriendo escaleras abajo con las cámaras preparadas para inmortalizar tan magno evento.

Y he aquí el maestro y su obra, porque no se le puede llamar de otra forma. Cuando las cosas salen bien, se nota, y por eso Antonio luce esa cara de satisfacción y los cochinillos ese tostado que hasta nos parece poder olerlo.

Aquellos tiernos y blancos cochinillos con los que abríamos este post, tras dos horas de pausada y continua ascua de encina, se habían convertido es uno de los placeres gastronómicos por excelencia.

Antonio, como maestro de ceremonia, se dispuso a partir los cochinillos como manda la tradición, haciendo uso del plato, aunque no hizo falta fuerza… pues los cochinillos no podían estar más tiernos.

Pero para muestra… un botón, aquí os dejamos el vídeo de Antonio partiendo cochinillos por doquier.

El “público” bajaba por turnos para inmortalizar el momento, y ¡todos podían hacerlo! porque… anda que no había cochinillos y cochinillos para partir… ¡20 nada más y nada menos! ¡Medio cochinillo por persona!

TVE ganaba posiciones y filmaba primeros planos de la descuartización milimetrada. ¡Todo estaba saliendo a la perfección!

¡Degollado otro cochinete! ¡A la mesa volando! ¡Que no se enfríe! Hay que disfrutarlo en todo su esplendor… ¡Faltaría más!

La cámara de TVE quería oler bien de cerca la materia prima, y creo que si pudiese… ¡le daba hasta un bocado! Sin duda alguna, fue todo un espectáculo disfrutar del manejo de los platos de Mr. Antonio Bond.

Los primeros cochinillos llegaron a la Mesa Marrana… ¡Qué suerte! Las caras de felicidad de los que posan en la imagen no tienen precio. ¡Madre mía cómo se iban a poner!

¡Pero esto no había hecho nada más que empezar! Las cámaras salieron de sus fundas y los flases terminaron de dorar la crujiente piel de los cochinillos en sus últimos instantes al aire libre.

Los primeros planos eran los más solicitados, incluso nuestra mascota aprovechó para echar una ojeada a sus hermanos mayores. ¡Qué pinta tenían! ¡Un asado excelente! ¡Con pasión! Los comensales salivaban, pero no encontraban el momento de sentarse a la mesa, disfrutaban haciendo fotos y vídeos como enanos.

TVE recogía absolutamente cualquier detalle, cualquier suspiro, cualquier cochinada… ¡Estaban en todos lados! ¡Cómo trabaja esta gente! ¡Son verdaderas máquinas! ¡Son capaces de estar en varios sitios a la vez!

Bien troceado, cada cochinillo estaba listo para conquistar los platos y ser devorado por paladares ansiosos. ¡Prometían no dejar nada sobre las fuentes de barro! Pero… ¡No lo consiguieron! ¡Eran demasiados cochinillos! Cucharete sabía que ganaría esta batalla campal contra paladares hambrientos entrenados en el arte del ayuno desde por la mañana.

Riquísima la no menos importante ensalada que refrescaba los paladares de cada bocado de cochinillo. ¡Menuda cena!

La Mesa Puerca dio buena cuenta de los primeros cochinos. No tenían ni la menor idea de lo que se les venía encima. ¡Una cochinada tremenda! ¡Brutal! ¡Titánica!

Los propietarios de la Mesa Gorrina también masticaban bulerías -porque para cantar os aseguro que no tenían tiempo-. ¡A disfrutar se ha dicho! ¡Ñam! ¡Ñam! ¡Ñam! y más ¡Ñam!

¿Y a que no sabéis que ocurría cada vez que se terminaba una bandeja? ¡Que se sacaba otra! ¡Así es! ¡Otra! ¡Y otra! ¡Que esto es un evento de Cucharete! ¡Y aquí se sacan las bandejas que hagan falta! Y no unas bandejas cualquiera… sino de las que traen en su interior el mejor cochinillo que podemos degustar en Madrid, el de El Pedrusco de Aldealcorvo.

Claro que, con tanto cochinillo… se empezaban a ver caras de “yo no puedo más”, que fielmente recogían las cámaras. ¡Pero si esto no había hecho nada más que empezar!

Los platos se llenaban de cochinillo una y otra vez… Ahora me toca el cuello -decía uno-, ahora le doy a la costilla -decía otro-, ahora voy a por la paletilla se escuchaba en la otra punta de la mesa…

Pero no hay nada como ver un vídeo de cómo se desarrollaba la cena a estas alturas de la película -que vaya “película cochina” que estamos viendo ¿eh?- ¡Shhhh!

Mientras tanto… en cocina se trabajaba ya en la decoración de los postres. Todo estaba saliendo rodado -sobre todo la gente, esa sí que iba a salir rodando-.

¡Y venga más y más cochinillos! ¡Unos detrás de otros! ¡Si es que había 20 cochinillos! ¡40 medios cochinillos! ¡80 cuartos de cochinillo! ¡160 raciones personales! ¡Qué barbaridad!

Algunos se rendían y se retiraban de la batalla cochinesca. ¡No podían más! Y disfrutaban lentamente reposando cada bocado y aflojando un poquito el cinturón… ¡Que lo vimos!

Otros, después del impresionante documento gráfico de cómo se come una ensalada de torre al “estilo flan”, imaginaban cómo poder repetir la hazaña con el cochinillo… Felices… ¡Arriba! ¡Abajo! ¡Al centro! ¡Y pa’ dentrooooooo!

Las chicas dela Mesa Cochina se lo pasaban pipa. ¡Eran la alegría de la huerta! Perdón… ¡de la dehesa! Y dieron buena cuenta de sus raciones de cochinillo, ¡y de vino!

Había que aprovechar el momento porque… ya que estaban allí… ¡de perdidos al río! ¡Si los gimnasios han bajado de precio con la crisis! Y hasta el verano… ¡lo que queda! ¡Caña al cochinillo!

“¿Qué tal el cochinillo?” ¡Esa es la pregunta que se repite hasta la saciedad en el vídeo! Y las mesas con las bandejas llenas… porque… si se vaciaban… ¡Se las llenábamos de nuevo! ¡Faltaría más!

Había momentos para todo… así que no podía irse nadie de allí sin una foto para el recuerdo. El Cochinete de Cucharete es… ¡Irrepetible! y eso hay que inmortalizarlo como sea.

Uno de los momentos más esperados de la noche fue la presentación al resto de asistentes -todos blogueros- de Carlos Torlonia, un chico que consiguió su plaza gracias a las votaciones de Facebook. ¡Le votaron más de 500 chicas! Carlos tiene todo un club de fans de amigas que le apoyaron cuando vieron que era factible que su colega pudiese hacerse con una plaza en la Gran Cochinada. ¡Y vaya si la ganó! ¡De calle! ¡Arrasó!

Los posts ganadores estaban distribuidos por todas las mesas de forma anónima, y cada bloguero buscaba el suyo. ¡Un bonito recuerdo impreso en papel fotográfico que querían llevarse a casa! En el reverso iba impreso el Cartel Oficial a todo color.

¡Todos encontraron el suyo!, y aunque bromeaban con el cochinillo que quedaba en las bandejas… ¡Les costaba acercarlo a la boca! ¡No había manera de que entrase! Es que… ¡no cogía! ¡Ni empujando!

Ninillas también se acercó a conocer a la mascota del evento. ¡Y al final nos lo hemos quedado los cucharetes! ¡Es nuestro! ¡Nuestro tesoroooooooo!

¡Este vídeo mola! Rayo preguntó a la gente si querían más cochinillo o si nos pasábamos al postre, porque… ¡si querían más cochinillo… había más! Y las respuestas de la gente son de lo más divertidas… ¡Hay uno que pide pan! ¡Jajaja! Y por supuesto… ¡No faltan los de Elche pidiendo jamón del bueno! ¡Que no les cabía en el cuerpo ni un sólo gramo!

Y como fue aclamado por petición popular -podéis verlo en el vídeo anterior- aquí está el postre: Flan de queso al caramelo. No es un flan de queso cualquiera, se trata de la especialidad de la casa. ¡Es el mejor postre de El Pedrusco de Aldealcorvo! Se elabora a base de queso suave y nata, caramerizándolo con azúcar tostada. El secreto es que se cocina en el horno de leña, lo que le da ese toque tan especial. Lo decoraron con natillas, helado de vainilla, polvos de pistacho, grosellas, coulís de frutos rojos, espuma de aguacate y coronando el conjunto: canutillos de chocolate y gorrito de azúcar. En resumen… ¡una auténtica delicia!

Por si esto no fuera suficiente, todos y cada uno de los flanes eran diferentes. La misma base sí, pero cada uno con su propia personalidad.

Afortunadamente para todos aquellos que disfrutaron del Cochinete de Cucharete, los camareros no eran nuevos ni muchísimo menos. Al contrario, eran y son grandes profesionales que distribuyeron los postres en un satiamén, por lo que en tres minutos, todos tenían delante de sí su Flan de queso.

El postre también fue objetivo de las cámaras y se comportó como un auténtico profesional del medio. ¡Cómo posaba! Se le notan las tablas…

¡Que ganas tenían de comerse el postre! Pero parecía darles pena romper su decoración de azúcar sólido. La verdad, es que les quedó precioso.

La Mesa Marrana se quedó incluso contemplándolo. Les costó arrancarse, hasta que al final no pudieron sucumbir a su encanto y terminaron con él en un “pis pas” ¡Si es que este Flan de queso está de muerte! Todo aquel que visite El Pedrusco de Aldealcorvo… ¡Tiene que pedirse este postre!

Y ahora os preguntaréis: ¿Pero esto qué es? Pues muy sencillo, nuestra mascota bañada en un mar de conguitos. Porque si nos seguís desde que comenzamos con el blog, sabréis que no hay evento de Cucharete en el que falten estas delicias de chocolate. ¡Había cientos de euros en conguitos acompañando los cafés! ¡Sin exagerar! (Disclaimer: ¡Señores de Conguitos! ¿Cuándo patrocinarán ustedes un evento de Cucharete? ¡Qué ya es hora!)

Tras los cafés, y siguiendo con los conguitos en la mesa, llegaron los licorcillos. Pacharán y licor de hierbas, ambos caseros y tremendamente digestivos. La verdad es que, a todos les hacía falta para aliviar los estómagos.

No podíamos dejar escapar al equipo de Cámara Abierta de TVE sin inmortalizar el momento. Ellos estuvieron allí y aquí está la fotografía que lo demuestra.

Pero después del trabajo, no pudieron escaparse del encanto de los cochinillos. Es normal, estuvieron haciendo tomas y más tomas desde que se metió en el horno hasta que se partieron delante de su objetivo. También les habían cogido cariño y tenían que comprobar de primera mano que, efectivamente, estaba tan tierno y jugoso como lo veían tras la cámara.

Ninillas tampoco permitió que Juanjo, el diseñador del cartel ganador, se marchase sin hacerse una foto con él. Así que, ahí los tenéis sujetando las dos preciadas joyas que recibió como premio: dos Vega Privanza Vendimia Seleccionada 2006 de la D.O Ribera del Duero.

Los que sí que aprovecharon el viaje de los lindo fueron nuestros asistentes licitanos, quienes no sólo comieron hasta reventar -esto es literal- sino que además nos obsequiaron a todos con unas camisetas de lo más original, y que ellos mismos venden en La camiseta de los domingos. ¡Tan sólo teníamos que elegir talla!

Ninillas eligió ésta tras saber su significado. Se trata de la representación gráfica del chiste del oso y el conejo que dice así:

Esto es un oso que está cagando en el bosque, y al terminar ve que no tiene papel para limpiarse. En esto que llega un conejillo todo contento y le pregunta al oso: ¿Qué estás haciendo?. A lo que el oso respondió: Estoy cagando. En esto que el oso se queda pensativo y le pregunta al conejo: Oye, ¿tú sueltas pelusa?. El iluso del conejo todo orgulloso le contesta: No, yo no, pero tú que te piensas. El oso, sin más, lo coge y se limpia el culo.

Jajajajajajaja. ¡Buenísimo!

Y esta es… ¡la foto de las fotos! Ésta es la prueba evidente de que la prueba fue superada con creces. Éstos son nada más y nada menos que Antonio padre y Antonio hijo posando con los 4 cochinillos enteros y verdaderos que sobraron. Es decir, ¡el Cochinete de Cucharete consiguió reventar a los asistentes a cochinillos! ¡Impresionante! Esa foto que veis… ¡Son las “sobras”!

Como decíamos al principio, aquello fue muy parecido a una boda con dos “pequeñas” salvedades: que los novios eran cochinillos y que nos comimos a los novios. Y toda boda que se precie, se debe acabar con un buen puro y una buena copa así que… Aquí está Rayo disfrutando de los suyos. Espectacular evento, espectacular cochinillo, espectacular restaurante, espectacular servicio, espectacular vino, espectacular compañía… ¡Chapeau!

El Cochinete de Cucharete fue memorable. Sin duda alguna quedará en la memoria de todos y cada uno de los 40 asistentes al evento. Pero, lo cierto es que el Cochinete no habría sido posible sino fuera porque todo el personal del Restaurante El Pedrusco de Aldealcorvo se volcó en hacernos pasar una noche inolvidable. Ellos sí que fueron los auténticos protagonistas silenciosos del evento. Además, salimos de allí con una idea clara: se debe visitar Segovia, por supuesto, es una hermosa ciudad, ¡pero para visitar su acueducto!… porque, lo que está claro, es que en Madrid se come el mejor cochinillo asado al estilo segoviano. ¿Que… dónde? En el Restaurante El Pedrusco de Aldealcorvo, allí siempre tienen sus puertas abiertas para todo aquél que quiera dar fe. ¡Muchísimas gracias por todo! ¡Volveremos!