-
Luna, 24
Madrid (Centro)
Callao - Santo Domingo
675644055 / 605177768
15 - 25
El Barrio de Malasaña ve nacer un nuevo “local de copas, restaurante, vermutería, tapería”: Amor de Calle combina con maestría todas esas acepciones y dibuja un espacio que se presta a satisfacer a todo tipo de público. Latas Gourmet, tostas, ensaladas y, sobre todo, sus tablas de quesos que varían a diario, son sus principales reclamos. Su comedor tiene capacidad para 20 comensales. Su horario de apertura es de lunes a jueves de 18:00h a 02:30h, los viernes de 18:00h a 03:00h, los sábados de 12:00h a 03:00h, y los domingos de 12:00h a 02:30h. No cierra ningún día de la semana.
3,5
Rayo: Descubrimos, en una nueva salida gastronómica cucharetera por el Barrio de Malasaña -en una zona cercana a Callao-, un nuevo espacio que nace para mantener vivo el legendario espíritu de la movida madrileña de los ochenta: ¡Amor de Calle! Una ‘Denominación de Origen’ ganada a pulso, ya que, de existir un Consejo Regulador especializado en callejeros, no habría dudado en otorgarle el reconocimiento denominativo que luce con gracia y, sin duda alguna, se merece. Un local a pie de calle que brinda amor y cariño hacia el comensal por los cuatro costados: -Pau, su propietario, es uno más del equipo, atendiendo y velando por el cliente con mimo y adhesión-. Un pasado “De Calle” -antiguo nombre del establecimiento- y un “Amor” remunerado que antaño reinó sus aceras.
¿Restaurante? ¿Pub? ¿Tapería? ¿Taberna? ¿Cantina? ¿Qué tal… Vermutería? Amor de Calle es un local chiquito -¿de la Calzada? ¡Por supuesto! ¡De la Calle! Como su nombre bien indica-, familiar y muy acogedor. Cuanta más gente ocupa su barra, más cómoda resulta la estancia, más a gusto se encuentra uno. Es uno de esos lugares que han nacido para estar hasta los topes, al menos la zona de barra, cuyo encanto radica principalmente en el entremezclado de las conversaciones grupales mientras el paladar se encuentra bien atendido con latas, tostas y tablas con materia prima de gran calidad.
La madera noble de la barra combina a la perfección con un pavimento de gres desgastado por el paso del tiempo. Los marcos desocupados de sus paredes presumen de valerse por sí mismos, no necesitan fotografías en su interior, esos retratos que faltan se viven cada día en el local… ¡Sería imposible enmarcarlos todos!
La oferta de destilados de Amor de Calle se expone gustosamente sobre un coqueto tetris de antiguas cajas de fruta. Whiskis, rones, vodkas, ginebras… ¡Licor 43! ¿Habéis visto la botella en la esquina izquierda inferior de la imagen? ¡Ése es! ¡El mismo! ¡Toda una leyenda! El licor español más vendido del Mundo, y que los más jóvenes hemos dejado un poco de lado a favor de los, a día de hoy, reputados Gin Tonics Premium.
Pero esta vez, más que las altas graduaciones del fondo de la barra -y debido a que todavía era temprano-, despertaron nuestra atención los sifones retro vestidos con malla plástica negra y capucha blanca de Miró. ¡Qué ganas de un vermú de Reus para comenzar la noche! Y así fue… No pudimos resistirnos. En un ratito os lo cuento detalladamente.
Observamos que al final de la barra, en una zona próxima al acceso a la cocina, lucen una vitrina refrigerada con algunas de las latas gourmet de conservas que se pueden disfrutar en Amor de Calle. Como ejemplo -y como gallego de cepas puras-, os muestro unas latas artesanas de Mejillones gigantes en escabeche de las Rías Gallegas y otras de Pulpo en aceite de oliva de ‘Conservas de Cambados’, una marca nacida en el Portonovo de 1985, pionera por su original y vistosa presentación de sus latas cubiertas con red. Un producto diez gracias a una materia prima diez: ¡Galicia calidade! E xamáis esquezamos: “Nunca máis”.
Y como os comentaba unas líneas atrás, una frasca de un litro de vermú de barril cayó en nuestras manos. ¡Rico y fresquito! Cierto es que no éramos los únicos. Media barra estaba con frascas de Miró, tanto de medio litro -que las tienen a 8 €- como de un litro -a 14 €-, perfectas para compartir un aperitivo a cualquier hora. En nuestro caso, que estábamos cinco cuchareteros esperando por una mesa para cenar, no salió ni a 3 € por persona. Se sirve en un vasito con hielo aliñado con un chorrito de ginebra y otro de Campari. Palillo largo con naranja y aceituna y, como no podía ser de otro modo… ¡Sifón al gusto y a charlar!
Nos deleitaron con picos crujientes acompañados de lascas de un riquísimo queso gouda de aperitivo pero, después de haber echado un vistazo a aquellas latas de Conservas de Cambados de la vitrina, no pudimos resistirnos a realizar un pedido previo a la cena que nos esperaba. Una lata de Ventresca de atún rojo en aceite de oliva -que os muestra Ninillas en su sección- y otra de Navajas de las Rías Gallegas al natural que os muestro a continuación. ¡Esas dos reivindicamos de golpe!
Fijaos en las navajas… ¡Riquísimas! -Con permiso de la ventresca, que estaba, deliciosa no, lo siguiente-. Carnosas, sabrosas, delicadas, sin el más mínimo granito de arena… ¡Sensacionales! Se presentan con gusto, a sabiendas de que estamos degustando una lata en conserva, pero eso sí… ¡Con el merecido calificativo Gourmet! Te brindan salsa Espinaler para aliñarlas, que nunca le queda mal a platos de marisco, aunque es cuestión de gustos.
Hay dos originales raciones que presiden la carta de la vermutería madrileña Amor de Calle. ¡Nombres geniales para bocados sobresalientes! Nos referimos a las Vermutejas y los Ginebrechos. ¡No olvidéis estos nombres porque darán mucho que hablar! Amor de Calle presenta las Vermutejas del siguiente modo: almejas con gelatina, cebollino, raspas de naranja y un pequeño chorrito de vermú -podéis verlas en primer plano en la sección de Ninillas-. Los Ginebrechos que veis a continuación, son unos sabrosos berberechos con cebollino y lima que mantienen el 20% del líquido que los acompaña en la lata y se riegan a golpe de Tanqueray Rangpur. ¡Son geniales! ¡Deliciosos! Es increíble lo bien que combina una ginebra Premium con este molusco bivalvo de las Rías Gallegas. ¡Un diez! Puedo aseguraros que la próxima vez que tenga invitados en casa, degustarán una tapa de Ginebrechos casera como aperitivo. ¡Menudo descubrimiento!
El tiempo transcurría sin prisa pero sin pausa, por lo que a las 21:30h decidimos que era el momento idóneo para finalizar vermú y recorrer, gastronómicamente hablando, el comedor del sótano de Amor de Calle. Una vieja escalera de madera cuidadosamente señalizada con puntos de luz nos marca el camino a las antiguas carboneras del edificio.
Ladrillo visto -limpio y restaurado-, que consigue trasladarnos a tiempos pasados a la vez que mantiene un aura nebulosa con cierto misterio. En el ámbito de la parapsicología, el aura se concibe como un campo energético de radiación luminosa multicolor que rodea a las personas y a las cosas. El sótano inferior de Amor de Calle irradia azul lumínico en la fotografía, pero puede variar su gama de colores según el día y las circunstancias. ¡Muy acogedor!
Un seductor espejo amplía el espacio y se encarga del matizar el hechizo que consigue el reflejo de la luz en todas direcciones. El ambiente es cómodo y placentero. Las mesas se presentan marcadas con un coqueto bambú y el centelleo de una vela de té. El conjunto no desafina a pesar de ser sencillo, con una vajilla, cubertería y cristalería acorde a un local como en el que nos encontramos. Muy limpios y lucidos los aseos -Ninillas os los enseña en una de sus fotografías- totalmente reformados con gusto y habilidad.
Amor de Calle -en este momento “por debajo” de la calle- resulta un espacio agradable a la vez que sugerente. Provoca todo tipo de sensaciones apacibles y sosegadas cuando se mantiene solitario o a “media carga”, y estimula más la convivencia en armonía cuando a medida que avanza el horario de cenas se llena por completo. Únicamente tienen disponibles 20 cubiertos, por lo que durante los fines de semana no es sencillo conseguir mesa. Os aconsejamos reservar con antelación. Aunque siempre podéis amenizar la espera como hemos hecho nosotros, con una buena frasca de vermú de Reus acompañada de unos ¡fantásticos e inolvidables Ginebrechos! en la zona de barra.
Aquí os dejo la imagen de una mesa pensada para dos comensales. Cenaréis inmersos en una frondosa selva repleta de coloridos guacamayos. Así que no será difícil imaginar que estáis cenando en algún lugar perdido del continente americano que vaya desde las selvas de México hasta el noreste de Argentina. ¡Es una pena que sólo sea papel pintado! ¿Verdad?
Una vez en nuestros puestos, seleccioné como buen amante de la zona de la cuenca del Sil un 100% mencía de la carta de vinos para acompañar la degustación. FlashBack, Ninillas Miguel y Lucía no opusieron resistencia. Un Finca La Cuesta 2012 de la D.O. Bierzo que resultó todo un acierto. Este tinto de las bodegas y viñedos Luna Beberide, con crianza de 12 meses de barrica francesa, resulta frutal, suave y elegante. Todo un descubrimiento, puesto que nos encantó por unanimidad.
Comenzamos -a petición de Lucía- con unas riquísimas Anchoas del Cantábrico que Amor de Calle ofrece a 1,80 €/unidad. Una materia prima de notable calidad que en muchos otros restaurantes de Madrid alcanzan los 3 €/unidad, de modo que… ¡Aprovechaos! Se sirven acompañadas de un pan tumaca un tanto especial. ¡Crujiente, en su punto y sabrosísimo! Pues es elaborado con masa madre, con cariño, y al estilo tradicional francés. ¡Eso nos han dicho! La anchoa… tierna, suave, gustosa, y si sigo saboreando las palabras voy a empezar a babear… Lucía no se equivocó con la elección.
No faltó una ración de Carpaccio de calabacín cubierta de lascas de queso, aderezado todo el conjunto con aceite de oliva virgen extra y pimienta. Sencilla y rica combinación de materias primas, ambos productos se funden gustosamente en el paladar aunque resulte una vianda sin aspiraciones.
Muy vistosa la formidable “flor” de Hummus con cruditeés de zanahoria y apio de Amor de Calle. Una ración perfecta para compartir en grupo. Cada comensal elige una ramita de apio o zanahoria, moja en el hummus y… ¡A la boca! No quedó nada en el fondo del plato, prueba irrefutable que el cuchareteado de esta vianda dejó huella -o mejor dicho, ¡no dejó huella alguna!-
No podéis visitar la vermutería restaurante Amor de Calle sin ordenar una Tabla de quesos, puesto que su gerente se encarga personalmente de ir variando los quesos prácticamente todos los días. El producto proviene de la reconocida Fromagerie de L’Amélie, quien le informa a diario de qué quesos son los que están en el mejor momento para su consumo teniendo en cuenta multitud de variables. De este modo, el cliente sabe que siempre tendrá un experto detrás que supervise y comunique el estado óptimo de degustación.
En nuestro caso hemos tenido la suerte de probar estos cinco quesos que os muestran Miguel y Lucía (acompañados de pan tumaca y salteados con nueces, uvas y frutos rojos): Irish Porter Cheese: -de éste os hablaré en la siguiente fotografía-. Cabris ceniza: (que aparece en el centro de la pizarra). Un queso fresco y aromático de leche cruda de cabra y formato pequeño elaborado en la Región de Loira. La corteza se recubre de ceniza. Coulommiers artesanal: Queso francés de pasta blanda y corteza enmohecida. A base de leche cruda de vaca viene siendo similar a un camembert. Morbier: Otro queso tierno de leche cruda de vaca proveniente de Francia con una línea de ceniza en el centro que le da un toque vegetal. Tomme de Savoie Fermiere: Otro de vaca de origen francés con la corteza natural enmohecida. Todos muy sabrosos, cada uno en su línea. Un gustazo para el amante de este producto, sin duda.
Quizás el más original y peculiar es el irlandés Irish Porter Cheese, que se elabora con cerveza negra Guinnes. Aquí os dejo un primerísimo plano. ¿Os apetece probarlo? ¡Pues sí! ¡Sabe a Guinnes negra! Sutilmente, pero… ¡Sí!
Pedimos también una Ensalada de pera para compartir. Por supuesto… ¡Con queso! Amor de Calle apuesta por este producto como carta de presentación en prácticamente todos sus platos. La ensalada llevaba una mezcla de lechuga y escarola acompañando a los trozos de pera, con queso azul fundido y nueces que le transferían ese toque particular. Muy rica, buena combinación.
Las tostas de Amor de Calle tienen un tamaño considerable, no hay más que observar detenidamente la siguiente imagen. Se trata de una Tosta de rulo de cabra con tomate y cebolla caramelizada. ¿Qué puede fallar en esta más que probada composición? ¡Nada! Y ahora que me viene a la mente de nuevo… ¡Qué rico estaba el vino!
La Tosta de lacón y queso brie iba bien servida de materia prima. A mí el lacón me encanta, así que poco puedo decir de este apetitoso montaje. No te deja con hambre, por si acaso lo dudabas. El pimentón me pirra… ¡Si es que me dan ganas de cogerla de la pantalla! Como podéis ver, el queso es un referente en Amor de Calle en todo momento. ¡Siempre está presente!
Con la Tosta de salmón, huevas y tzatziki no hubo unanimidad en la mesa. Yo me quedo con las dos anteriores, las considero más acertadas a mi gusto personal. A Miguel le encantó esta tosta, no la cambia por ninguna otra.
Lucía sostiene una ración más que generosa de foie. Los devotos de esta materia prima no pueden desaprovechar la oportunidad que les brinda Amor de Calle de pedir una Tosta de foie con mermelada de albaricoque y fresa para servir al gusto. Ya os imaginaréis que no quedó ni una miguita de pan sobre la pizarra… Ya iremos al gimnasio que todavía queda para el verano.
Flashback sonríe con uno de sus platos preferidos cuando visitamos locales de tapeo de este tipo. Nunca puede faltar en la mesa su ¡Tosta de gambas! En esta ocasión llevaba una salsa con base de queso que combinaba perfectamente para el deleite de la misma. ¡Y otra que nos terminamos! Claro que… el vinito ayudaba.
Terminamos con muy buen sabor de boca pegándonos un atracón de queso para el recuerdo. La tenue y colorida iluminación de la cueva nos animó cambiar de nuevo de planta y prolongar un poquito más la noche. A esas horas el local estaba hasta los topes, incluida la cueva. ¡En la zona de barra no cogía ni un alfiler! Había actores de moda de las series de más audiencia a día de hoy tomándose una copa y charlando amigablemente con los camareros. No cabe duda de que la Vermutería Restaurante Amor de Calle mueve gente popular, y su formato es capaz de ligarlos sin molestias con el resto de clientes del local. La gente estaba muy a gusto, y ellos también.
Los chicos no pudimos resistirnos a probar los Chupitos picantes que una de sus enormes pizarras pintadas a mano prometían. Al comentárselo al camarero de la barra, la casa nos los ofreció por cortesía y nos propuso tres diferentes: Uno de Vodka, limón exprimido y wasabi, otro de Tequila reposado, naranja exprimida y tabasco, y por último uno de Vodka, zumo de limón exprimido, canela y pimienta. ¡Me quedo con el de wasabi por su sabor y el de tabasco por su picor! ¡Qué locura!
Así de cuidadosa era la elaboración de los pequeños vasitos, saltaba a la vista que el coctelero tenía kilómetros. Recordad… ¡Chupitos picantes en la Vermutería Restaurante Amor de Calle de la C/ Luna, 24! Si tenéis que sorprender a alguien, os aseguro que no quedará indiferente.
Finalmente, y tal como teníamos pensado, cayeron unos Gin Tonics Premium que os detalla Ninillas en su sección. Brindamos con alta graduación por una noche de Malasaña, una noche de sosiego, una noche de queso, una noche de recuerdos, una noche de famosos, una noche de ginebrechos y vermutejas, una noche para repetir de vez en cuando. ¡Nos vemos allí! ¡Paz y Amor -de Calle-!
Ninillas: La movida madrileña nació en el Barrio de Malasaña. Durante esa época y años posteriores el barrio vivió su época dorada. Pero, como se suele decir… “Días de mucho, vísperas de nada”. Y eso exactamente es lo que le pasó a mi querida Malasaña, que durante unos años pareció estar dormida en un halo de dejadez y decrepitud, a pesar de su encanto y céntrica ubicación.
Desde hace unos seis años aproximadamente, el barrio ha experimentado un cambio brutal donde modernidad y tradición van juntos de la mano, y han hecho de Malasaña el barrio con más contrastes de Madrid. En sus calles encontramos tascas, pero también restaurantes a la última, tiendas de las de toda la vida situadas al lado de locales vintage, eso sin olvidarnos de su intensa vida cultural. En definitiva, se ha convertido en un barrio donde “lo de toda la vida” convive con una oleada de nuevos creadores y artistas que hacen que Malasaña esté nuevamente en lo más alto. Y, como podéis imaginar, hasta allí nos hemos ido hoy, concretamente a la Calle de la Luna 24. Es exactamente en ese enclave donde se sitúa el Restaurante Amor de Calle.
“Amor de Calle”… Me gusta su nombre, bien podría ser el título de un poema urbano. En sus comienzos se llamó sólo “De Calle” y era un local de copas, recientemente ha dado el paso a ser vermutería-restaurante y se ha renombrado como “Amor de Calle”, lo de amor, tiene que ver con su ubicación, pues hasta no hace tantos años era una zona donde algunas mujeres vivían precisamente de vender su amor en las calles.
Al frente de Amor de Calle se encuentra Pau, uno de sus propietarios, y es él quien ha transformado el antiguo local de copas en un restaurante un tanto peculiar. El local cuenta con dos plantas, una a pie de calle y otra en el subterráneo, en lo que eran las antiguas carboneras del edificio.
Nada más entrar nos encontramos con una acogedora zona de barra a la que hay que procurar llegar antes de las ocho de la tarde para agenciarse un buen sitio. Es un espacio coqueto, sencillo y donde se respira buen rollito, con música soul o funk, siempre positiva y alegre, que invita a la charla. Y es que, Amor de Calle es el sitio ideal para empezar la tarde con unas cañitas bien tiradas o, por qué no, con unos tercios de Mahou, Radler, Heineken, Desperados, Paulaner, Judas, Mort Subite, Alhambra, Franziskaner y, cómo no… ¡¡¡Malasaña!!! La verdad es que hay cervezas para todos los gustos.
Al fondo de la barra y presidiendo todo el espacio, nos encontramos con una fotografía a gran formato de Rolling Habits, pseudónimo del artista Sergio Arrola. Se trata de una gigantografía en blanco y negro con un bosque de fondo que contrasta con tres individu@s vestidos con camisas tropicales, donde destaca una mujer con bigote. El mural está hecho expresamente para Amor de Calle y en él nuevamente Sergio de Arrola vuelve a jugar con las imágenes y con el tamaño, como viene siendo habitual en estos últimos años. La fotografía es, sin duda alguna, el centro de atención de todo aquel que se pasa por el local.
Pero, como he comentado antes, Amor de Calle es un local peculiar porque, si bien es el sitio ideal para empezar la tarde con unas cervecitas, también es el indicado para tomarse un rico y refrescante vermut, ya sea por la tarde o en la hora del aperitivo los fines de semana. Porque Amor de Calle es también una vermutería y, como tal, ofrece vermut, concretamente vermut Miró, perfecto para tomarlo solo o en grupo. De hecho, un vasito individual lo tienen por 2,50 €, pero si se va en grupo se puede optar por frascas de 1/2 litro a 8 € o por las de 1 litro a 14 €. Nosotros optamos por pedirnos una de 1 litro, pues íbamos a ser cinco personas. Eso sí, el vermut en Amor de Calle lo alegran con un chorrito de ginebra, otro de Campari, una rodaja de naranja, aceitunita y, por supuesto, sifón. El resultado es un vermut rico, rico. De aperitivo, un queso gouda acompañado de unos picos.
Pero el aperitivo se acabó y decidimos lanzarnos hacia otra de las singularidades de Amor de Calle: las latas. Sí, cada vez es más frecuente encontrarnos con locales donde poder acompañar nuestras consumiciones con latas diversas. En Amor de Calle han optado por las latas gourmet de Conservas de Cambados, unas conservas de muy alta calidad con todo el sabor de las Rías Gallegas.
Empezamos nuestra degustación “latera” con esta Ventresca de Atún Rojo en aceite de oliva. Estaba muy rica, con sabor y buena textura, se trata sin duda de un producto de gran calidad convenientemente elaborado.
Y, acompañando la Ventresca de Atún Rojo… ¡Pan tumaca! O mejor dicho, venía “El Pan” así, con mayúsculas, porque estaba delicioso. Se trataba de esos buenos panes del tipo tradicional francés que tienen corteza crujiente y miga esponjosa. Desde luego se notaba que era un pan elaborado a partir de masa madre y no de esas barras congeladas a las que, por desgracia, estamos cada vez más acostumbrados. Bueno, en realidad, yo no me voy a acostumbrar jamás, es más bien resignación, pues no es fácil encontrar un buen pan.
Junto a la Ventresca de Atún Rojo llegaron unas Navajas Ría, por supuesto, también de Conservas de Cambados. Se trataba de unas navajas al natural que se habían aderezado con la Salsa Espinaler, complemento perfecto para conservas de marisco. Para quienes no la conocen, diré que es una salsa a base de vinagre, pimentón rojo y pimienta, y que además del marismo combina muy bien con las aceitunas y las patatas chips.
Nuestra degustación “latera” finalizó con estas dos últimas propuestas de Amor de Calle: Vermutejas -en primer plano- y Ginebrechos -en segundo plano-. Las Vermutejas son almejas con gelatina y chorrito de vermut, cebollino y raspaduras de naranja. No me terminó de convencer el maridaje de la almeja con el vermut, supongo que es cuestión de gustos porque a FlashBack le encantaron. En cambio, los Ginebrechos me dejaron loca, eran berberechos con ginebra Tanqueray Rangpur con un 20% del líquido de los berberechos, cebollino y lima. ¡Deliciosos!
Llega el momento de hacer un alto en el camino y recopilar algunos conceptos de la Calle, concretamente de Amor de Calle. No me cansaré de decir que es un restaurante singular porque es un local perfecto para las cañas, para las copas, pero también como vermutería o espacio de tapeo. Se podría decir que es un todo en uno muy amplio donde tiene cabida cualquier tipo de reunión informal entre amigos, ya sea en su zona de barra sentados en taburetes o bien en el comedor que encontramos en las antiguas carboneras del edificio.
El acceso al comedor tiene lugar a través de unas escaleras antiguas de madera que nos van descubriendo su historia en cada peldaño. El espacio está abovedado con ladrillo visto e iluminado con luces azules que, por cierto, son las preferidas de Rayo. Se trata de una zona de decoración sencilla, cuya única concesión al colorido es, aparte de su iluminación, el papel de palmeras que rodea todo el comedor y que tan en boga estuvo en los 80.
El comedor tiene capacidad para veinte comensales distribuidos en mesas modulares de dos, lo cual le da mucha versatilidad al espacio. Sorprende la amplitud de la estancia, pues no la han sobrecargado de mesas como suelen hacer en otros locales. Es más, cuando te sientas a una de sus mesas te sientes cómodo, sin esa sensación de tener que molestar a alguien cada vez que tienes la necesidad de levantarte.
Las mesas de madera aparecen marcadas con un bambú y una vela que pone el toque romanticón al asunto por si la situación lo requiere. El támdem formado por vajilla, cristalería y cubertería se nos presentan discretos y muy adecuados para el tipo de local que nos ocupa.
Echando un vistazo a su carta uno se da cuenta de que Amor de Calle es un local perfecto para tapear y compartir platos. Además de su amplia variedad de Latas, encontramos Tablas, Ensaladas y Tostas. Platos de elaboraciones sencillas y pensados para agradar a todos los paladares.
En nuestra cena nos reunimos 5 comensales: Lucía, Miguel y los tres Cucharetes. Dado que Amor de Calle es un sitio de tapeo, nuestra selección de platos fue enfocada precisamente a ir compartiendo todas las raciones. Empezamos nuestra degustación con estas Anchoas del Cantábrico, que las ofertan por unidades, a 1,80 €/unidad.
La anchoas eran, sin lugar a dudas, del Cantábrico, las delataba ese sabor y aroma tan característico e inconfundible. Se trataba de unas anchoas de buen tamaño y de gran calidad, y nos supieron deliciosas. Además, vinieron escoltadas nuevamente por una ración de Pan Tumaca, con lo que cada bocado se convertía en un espectáculo de sabor en boca.
Lucía os presenta el Carpaccio de calabacín, un plato a base de calabacín muy finamente cortado, lascas de queso, pimienta, sal y aderezado con AOVE. Sin duda, una elaboración muy natural y sin artificios que agradó a todos sin excepción.
¡¡¡Uffff!!! ¡¡¡Dios!!! Qué cara de iluminada tengo en la siguiente foto… En fin, lo que sujeto entre mis manos con esa “iluminación” es un Hummus con cruditeés de zanahoria y apio, un plato que nos gustó a todos, pues el humus no estaba excesivamente fuerte y lo hacía ideal para todos los paladares.
Continuamos con una Tabla de quesos. La tabla era generosa y constaba de 5 tipos de queso. El Cabris ceniza, un queso de cabra de leche cruda. Procede de la región de Loira, es fresco y aromático y se caracteriza por tener un recubrimiento de ceniza sobre su corteza. Seguimos con un Tomme de Savoie Fermiere procedente de Saboya. Un queso de vaca que se presenta con su corteza natural enmohecida.
El Coulommiers artesanal procedente de Francia, es similar al Camembert y está elaborado a partir de leche cruda de vaca. El Morbier, también de vacas francesas, es un queso curioso, pues se presenta con una línea de ceniza en el centro que le da un cierto toque vegetal. Y, por último, el Irish Porter Cheese, un queso de vacas irlandesas con cerveza negra Guinnes. Sí, habéis leído bien… ¡Con cerveza! Es difícil decidir cuál me supo mejor, pues cada uno tenía unas características y unos matices que lo hacían especial. Tal vez me quedaría con éste último porque es el que me pareció tener un sabor más original, pero es difícil quedarse con uno sólo.
La Tabla varía de quesos prácticamente todos los días, dependiendo de lo que La Fromagerie de L’Amélie les sirva. Así que, uno no puede cansarse de volver a pedirla, pues siempre podrás degustar quesos nuevos en cada visita.
Muy, muy rica, nos supo la Ensalada de pera que os muestra FlashBack. Entre sus ingredientes: escarola, lechuga, pera, queso azul y nueces. Como veis, una ensalada sencilla, pero muy resultona y sabrosa.
De las once tostas ofertadas en su carta, nosotros nos decantamos por cinco y, de nuevo, las fuimos compartiendo entre todos. Abrimos con esta Tosta de rulo de cabra con tomate y cebolla caramelizada, un clásico que no defrauda nunca y siempre deja un buen sabor de boca.
Otra tosta que no podía faltar en nuestra mesa es la Tosta de lacón y queso brie, es de ese tipo de cosas que siempre pides porque sabes que es acierto seguro.
Suculenta también estaba la Tosta de salmón, huevas y tzatziki. Nunca había probado el salmón con la salsa griega y reconozco que le sentaba francamente bien, combinaban my bien los sabores.
La Tosta de foie con mermelada de albaricoque y fresa fue un antojillo de los amantes de foie y, la verdad, es que lo disfrutaron.
Por último, una Tosta de gambas gratinada y elaborada con salsa de queso. A mí, tal vez, es la que más me gustó junto con la de rulo de cabra, pero es una apreciación personal puesto que disfruté de todas.
Regamos la cena con un tinto Finca La Cuesta 2012 de la D.O. Bierzo que resultó ser del agrado de todos. Se trataba de un crianza de 12 meses de barrica francesa nada pretencioso al tiempo que muy elegante en boca.
Terminada la cena, subimos hacia la zona de barra con la idea de tomarnos una copa, pero como el hombre propone y Dios dispone, y además los planes se hacen para cambiarlos… Rayo, FlashBack y Miguel se atrevieron con unos chupitos picantes cortesía de la casa antes de las copas. No me preguntéis cómo estaban porque ni los probé, preferí no mezclar… Os dirijo hacia la sección de Rayo que os habla de ellos más detenidamente. Sé que picar picaban, y alguno incluso mucho, pero ahí lo dejo…
Lo que no perdoné fue mi gin-tonic de G’ Vine. Bueno, no lo perdoné yo… ni ninguno de mis acompañantes, porque todos nos bebimos uno. Eso sí, cada uno con su gin favorita. Flash Back y Miguel Tanqueray Ten, Rayo Gin Mare y Lucía Gin Mare también, pero con limón. Los precios de los gin-tonics varían entre 8 y 10 €, y las copas nacionales son a 7 €.
Seguimos disfrutando de la noche y de Amor de Calle, pues el ambiente era estupendo y estábamos allí divinamente mientras nos tomábamos los gin-tonics. Sobre las 2 AM aproveché para hacer una visita al aseo para fotografiarlo, y a mi vuelta nos marchamos del local dejándolo en lo más alto.
Comentaba al principio del post que Amor de Calle bien podría ser el título de un poema urbano, lo cierto es que, a día de hoy, Amor de Calle es una vermutería-tapería-restaurante-local de copas. Un espacio pensado para disfrutarlo con los amigos ya sea tomando unas cañas, unos vermuts, una cena informal a base de latas gourmet o tapas, o unas copas. En definitiva, Amor de Calle es un local con un espíritu un tanto canalla que anima a cualquiera que cruza el quicio de su puerta. El Barrio de Malasaña está de suerte, un nuevo restaurante ha abierto en la Calle de la Luna y promete dar mucho amor, Amor de Calle.
Cucharete: ¿Os gusta el queso? ¡Vuestro local es Amor de Calle en el Barrio de Malasaña! ¡Palabra de Cucharete! Un nuevo restaurante vermutería que comienza una nueva andadura y resulta perfecto para visitar en cualquier momento del día, ya sea para un aperitivo, una comida, una merendola, una cena, o tomarse una copa. ¡Madre mía como estaban de buenos esos Ginebrechos! Mi equipo cenó por 15 €/persona, cinco personas con 5 raciones y 5 tostas, a lo que tendríamos que añadir una botella de vino tinto -19 €-. En la zona de barra, consumimos 4 latas gourmet y 1 litro de vermú -11 €/persona-. Las copas Premium se facturaron a 10 €..
Su céntrica ubicación, en el Barrio de Malasaña. Su cueva de ladrillo visto. La separación entre mesas. La calidad de las materias primas. Su relación calidad/cantidad/precio. Sus originales Ginebrechos. Su amplia variedad de quesos que cambian día a día. El atento y amable trato del servicio en todo momento.
Pequeñas pinceladas, típicas de un local de nueva apertura que empieza a rodar. No es tu local si no eres un gran amante del queso.
3,5
Escribe un comentario
IMPORTANTE: Por favor, intenta que tu comentario tenga que ver directamente con el restaurante analizado. Para cualquier otra comunicación tienes disponible la sección de contacto.
Debes estar identificado para escribir un comentario.